¿Te culpas y te reprochas muchas cosas? ¿Postergas lo que tiene que ver sólo contigo y, además, tienes muchos gases, hinchazón intestinal u otros problemas digestivos? Puede ser que este artículo sea para ti. Tal vez te cueste leerlo, por la impaciencia de querer resolver todo de inmediato, y la lista de cosas pendientes y acumuladas que tienes. Pero te reto a leerlo completo; aún más, te reto a leerlo varias veces.
Me apasiona encontrar asociaciones entre metabolismo, química y fisiología con procesos mentales, comportamientos, emociones y aspectos más metafísicos. Ya en un post anterior comenté la primera relación clara que encontré en ello y como llegué a descubrirla. Hace años vengo trabajando en otra asociación igual o más fascinante: una tendencia al autorreproche (yo debería ser más… tener… hacer… haber hecho ….), demasiada autocrítica, culpas o un tipo de desmerecimiento con alteraciones, en una reacción química llamada sulfatación.
Enumeraré algunos de los síntomas de una sulfatación alterada, por si te identificas o identificas a uno de los tuyos. Si tienes más de 4, te recomiendo prestar aún más atención.
Síntomas físicos
· El pepino, el pimiento o el pimentón te sientan mal.
· El ajo crudo y la cebolla cruda te repiten.
· Los espárragos cambian mucho el olor de tu orina.
· El vino tinto te sienta pesado o te emborracha muy rápido.
· La lechuga y el zumo de naranja no te sientan muy bien.
· Muchas veces sientes ganas de orinar, parece que no aguantas y luego resulta que no era tanta la orina y, después de ir al baño, estás igual al poco tiempo.
· Las encías, o la nariz, te sangran fácilmente.
· Tienes muchos gases intestinales, hinchazón, indigestión, estreñimiento o inflamación intestinal.
· Padeces de reflujo gastroesofágico.
· Tienes el pelo y/o la piel de la cara muy grasos.
· Tienes caspa y/o caída del cabello.
· Si eres mujer puedes tener más vello en zonas masculinas, como el bigote.
· Tienes ovarios poliquísticos
· Padeces de fatiga crónica
Síntomas no físicos:
Te reprochas frecuentemente por lo que no has hecho y deberías hacer, o por lo que no has conseguido y deberías haber logrado.
· Llevas meses, o años, diciendo que empezarás con eso que tanto te has propuesto.
· Te culpas por ser o no ser mejor, por tener o no tener, por haber no haber hecho ….
· La inconstancia te caracteriza, o al menos te acompaña frecuentemente.
· Has empezado varios tratamientos que abandonas al poco tiempo.
· Hay tratamientos o cosas que has comprado esperando a que los empieces.
· Te comparas con otros y, frecuentemente, el otro sale mejor ponderado que tú.
· Te sientes menos que otros, ya sea a nivel profesional, científico, social, laboral o estético.
· Te ofendes fácilmente
· Sufres depresión
La Sulfatación es una reacción química llevada a cabo por una enzima que forma parte del sistema de detoxificación del cuerpo, se encuentra en todos los organismos y su correcta función es fundamental para la salud. Algunas de sus funciones:
1. Elimina tóxicos como serotonina, histamina, estrógenos, homonas masculinas u otros. Si, por ejemplo, se acumula la histamina podemos estar irritables y con inflamaciones en el cuerpo. Si se acumulan las hormonas masculinas, porque no se pueden eliminar bien, puede aparecer vello en zonas indeseadas; al haber más grasa se pueden infectar los folículos pilosos y el pelo tener aspecto grasiento; y en los peores casos puede aparecer el síndrome de ovarios poliquísticos.
2. Tiene una participación importante en la síntesis del cartílago y las mucosas, la piel interna que tenemos. Por ésto puede aparecer cistitis, gastritis, colitis, ya que la piel internas es muy delgadita y cualquier cosa puede lastimarla.
3. Elimina los sulfitos y, por ende, los alimentos que los contienen, como el vino.
4. Ayuda a mantener un buen pH estomacal. Por esto a lenta sulfatación entorpece todo el proceso de digestión y puede haber más gases y aparecer problemas digestivos.
Si tienes varios de estos síntomas, probablemente sea conveniente estimular esta reacción química, aumentando el aporte diario de los minerales y vitaminas necesarios para sulfatar. En ocasiones es necesaria la suplementación y tratamientos más avanzados, que debemos elegir en consulta médica. Puedes probar aumentando los alimentos que estimulan esta reacción:
Sésamo o Ajonjolí. Una buena idea es comer tahine, leche de sésamo (ajonjolí) o una cucharada de las semillas tostadas con arroz o con la ensalada.
Jengibre
Semillas de calabaza, girasol o lino (linaza).
Algas marinas, pulpo, calamar o sepia.
Betacarotenos, como la zanahoria
También te recomiendo hacer baños con sultato de magnesio o Sales de Epson, de vez en cuando. ¼ de taza en una bañera o humedecida sobre la piel dejándola actuar unos minutos.
Conviene reducir considerablemente los alimentos que se deben elimiar por esta vía, de por sí lenta, hasta que funcione correctamente. Di adiós al ajo, la cebolla, la lechuga, la naranja, el pimentón o la uva, entre otros. Dejar de ponerle tanto trabajo a la enzima de la sulfatación, que de por si la pobre está sobrecargada.
¿Y lo de autovalorarse y validarse a sí mismo? Puede sorprendernos siendo la cura epigenética de esta tendencia a la enfermedad. La epigenética, que es el estudio de las modificaciones en la expresión de los genes que no obedecen a una alteración de la secuencia del ADN, funciona. Las emociones acetilan o metilan un gen, pudiendo cambiar nuestra genética, si su cantidad logra el impacto porcentual necesario.
¿Hacemos una prueba? Elige ser tu la persona capaz de dicidir qué es digno, valioso, deseable. Ahora prueba darle esa calificación de aprobado a tu propio ser, en todas sus esferas. Empieza con aprobado, en una categoría que solo tiene aprobado y reprobado, sin otras categorías.
Luego puedes empezar por alguna de estas ideas: “Yo soy suficiente, yo soy correcta, yo soy digna y por tanto yo soy merecedora” “Yo soy suficiente, yo soy correcto, yo soy digno y por tanto yo soy merecedor” Esto únicamente entra al corporeizarlo, así que busca cómo puedes sentir esa sansación en el cuerpo. A algunos les ayuda decírselo verbalmente, a otros adoptar posturas con el cuerpo o hacer determinados movimientos al tiempo que se lo dicen, a otros solo cerrar los ojos e imaginar contextos en los que demuestran esa sensación; en ocasiones es necesario usar más de una de las anteriores estrategias.
Hace falta mucha práctica, probar qué actitudes te ayudan a reforzar esa creencia de ser valioso y merecedor, encontrar cómo puedes nutrir esa creencia, desde tu interior, sin dependencias externas. Hasta que no requieras esfuerzos voluntarios sino que sea una sensación interna automática.
¿Te animas a probarlo? También puedo acompañarte en consulta, especialmente en los temas de salud física.
Edición: Carmen Puchol
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